Una cicatriz que no se encuentra en buenas condiciones puede causar problemas locales o a distancia siento factor contribuyente para la aparición de un dolor o lesión.

¿De qué forma? Si la cicatriz está rígida, gruesa o adherida (sobre todo con las capas más profundas) implicará una alteración de las tensiones de la fascia y los tejidos en la zona, y por tanto una ALTERACIÓN MECÁNICA del funcionamiento de los músculos, tendones o articulaciones que se puede transmitir a través de las cadenas musculares y articulares a otras regiones.

   ¿Por qué una cicatriz se vuelve patológica? Una infección durante el proceso de curación o una excesiva inmovilización posterior pueden predisponer a ello. Así mismo, si existe una IMPLICACIÓN EMOCIONAL en torno a la misma o al proceso que la desencadenó (rechazo, miedo, recuerdo traumático…). Se convierte entonces en lo que se denomina «foco interferente», como si el sistema corporal interpretase que en ese lugar sigue habiendo un problema, un daño. La PROPIOCEPCIÓN está alterada.

¿Cómo se sabe que una cicatriz puede estar dando problemas?
Es frecuente que de forma regular u ocasionalmente provoque picor, tirantez, está hundida, gruesa o dura, es hipo o hipersensible. Al profesional también nos da pistas que el paciente evite tocarla, hablar del proceso o directamente salga a relucir una emoción negativa hacia la causa que la provocó.

Tratamiento. El fisioterapeuta puede trabajarla con sus manos, devolviéndole la elasticidad y liberando los tejidos. Así mismo, enseñará al paciente a masajearla y movilizar los tejidos implicados con ejecicios apropiados. Ciertos aceites como el de lavanda o rosa mosqueta aplicados varias veces al día de forma constante también serán de ayuda.